Habría que preguntarle a Ulises si está de acuerdo con eso de que importa mucho más la experiencia del viaje que llegar a destino. Veremos qué nos cuenta Christopher Nolan al respecto y qué le pasará por la cabeza al Ulises encarnado por Matt Damon, protagonista del tráiler aterrizado ayer en el planeta cine con una misión: que no todas las conversaciones se mantengan absorbidas por el “efecto Avatar 3”.

También es terreno de conjeturas lo que pasará por la cabeza de los argentinos el 17 de julio, cuando se estrene la película. Dos días después se jugará la final del Mundial, lo que abre dos perspectivas: con la Scaloneta en carrera rumbo al bicampeonato, el filme de Nolan será una nota al pie de página; con la Selección fuera de juego, “La Odisea” gana todos los puntos para ser “el” tema del momento. A esas variables no hay dioses del Olimpo capaces de augurarlas ni de manejarlas.

La certeza es que se trata del proyecto más ambicioso de Nolan, lo que ya es mucho decir, y de allí el anhelo de que trascienda su condición de película para convertirse en un fenómeno global. En principio no debería fallar, por lo infalible de la historia (no hay oponente posible para la trilogía mito griego/la Biblia/Shakespeare si de guiones originales se trata) y por el equipo que le da forma. Nolan empleó en el rodaje lo último en tecnología IMAX, enfocado en “ese” esplendor visual que se disfruta a pleno en pantalla gigante. Ver “La Odisea” en un celular será un desperdicio.

Antes del estreno

Se sabe que la vida útil de estas películas-acontecimiento empieza muchísimo antes del estreno, cuando el proceso de instalación de la marca deriva en un marketinero goteo -sobre todo digital- que tiene a los tráilers como protagonistas. De lo que nació un ejército de reaccionadores (que suelen ser de lo más reaccionarios) puestos a subir o bajar pulgares al cabo de un minuto y medio de metraje. Imágenes que muchas veces ni siquiera llegan al corte final, pero de las que deducen si una película será buena o mala. El imperio de lo absurdo.

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Entonces del tráiler de “La Odisea” se discute en redes si los cascos son exactamente como los describió Homero, si están hechos como se le cantó a Nolan o si los copiaron del outfit de Batman. Y se supo -cómo no- que en algún momento los productores pidieron la asesoría de un experto en armaduras griegas y después decidieron hacer otra cosa con el vestuario, lo que enoja mucho a especialistas que esperan ver en un tanque de Hollywood la precisión histórica de un documental. Tanque de Hollywood que, de paso, está basado en un canto legendario en el que aparecen cíclopes, sirenas, monstruos y dioses/as. En síntesis: lo que narra “La Odisea” no sucedió. Suena ridículo y da vergüenza decirlo, pero en estos tiempos, lamentablemente, todo hay que aclararlo.